Lo que comienza como un juego
termina siendo lo más serio de la vida. Quizás pienses que escribir no es lo
mío, o puedes tacharme de utópica o idealista. Llevo mucho tiempo soñando
contigo. Cuando me despierto en mi cama y me veo allí, tumbada, a veces enroscada
en la manta las mañanas de invierno, lúgubres y húmedas y otras, empapada de
sudor por las calurosas mañanas que da julio, mi mente está pensando en ti. No
me levanto preguntando… ¿Qué haré hoy? Me levanto pensando… ¿Estará bien él?
Eres ese ‘Ojalá te vea hoy’ de
todos mis días. No puedo explicarlo, me llenas con tus besos y tu luz. Todos
mis sentidos y mi forma de pensar están contigo y nada me puede parar.
Somos dos cuerpos, dos almas,
cada uno en su mundo, pero su mundo junto al del otro. Siento la necesidad de
explicarte que cuando tú estás bien, yo lo estoy aún más.
Solemos pensar en el futuro,
solemos suponer que tendremos una casa, con un buen trabajo y una familia con
la que disfrutar y envejecer. ¿No te has parado a pensar en todo lo que viene
antes?
Yo quiero todo contigo. Quiero
levantarme una mañana en París y acostarme en Bogotá, quiero ver países,
culturas, quiero abrir los ojos y estar en una tienda de campaña, con 50 euros
en el bolsillo y a ti, durmiendo a mi lado. Quiero que vivamos, que hagamos
todo lo posible por ser disfrutar el uno del otro, quiero un futuro omnisciente
contigo.
Ahora te doy permiso para
llamarme soñadora, para llamarme utópica y hasta para llamarme loca. Pero el
amor, en su forma de locura, me parece la forma más cuerda de amar.
Algún día, no tendré que perderme
en estos sueños, porque los estaré viviendo a tu lado, por qué… Algún día serán todas las noches las que
pueda acostarme en una cama y sentir tus pies descalzos con los míos y saber,
que, al despertar, comenzará nuestra aventura.